Barcelona se ha convertido en el escenario de un proyecto pionero que podría cambiar por completo la forma en que se realiza el reparto de mercancías en las ciudades. A través de un vehículo autónomo denominado Ona, un robot diseñado para entregar paquetes de manera eficiente y ecológica, se está llevando a cabo un experimento que podría marcar el futuro del transporte urbano. Este proyecto, llamado BotNet, está siendo liderado por el Instituto de Robótica e Informática Industrial (IRI) de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) y tiene como objetivo evaluar cómo los robots autónomos en Barcelona pueden integrarse en el entorno urbano y cómo los peatones reaccionan ante esta nueva tecnología.
Un modelo de reparto más sostenible
Uno de los mayores retos que enfrentan las grandes ciudades es el reparto de última milla. Este es el último paso en la cadena de distribución de mercancías, donde las furgonetas de reparto recorren las calles en busca de sus destinos finales. En Barcelona, este proceso genera un 20% del tráfico total y hasta el 40% de las emisiones contaminantes. El proyecto BotNet busca ser una respuesta innovadora a estos problemas, utilizando en Barcelona estos robots autónomos para reducir el impacto ambiental y mejorar la calidad del aire.
Según Àngel Santamaria, coordinador del proyecto, el objetivo es evaluar la viabilidad de un modelo de reparto autónomo que no solo sea ecológico, sino también silencioso y amigable con las personas. Ona es un robot eléctrico que no produce ruidos molestos y tiene un impacto ambiental mucho menor que los vehículos de reparto tradicionales. Además, Santamaria comentó:
“Estamos buscando que robots como Ona sustituyan a las furgonetas de reparto, especialmente en zonas de alta densidad de población como las supermanzanas de Barcelona”.
Este modelo de reparto no solo tiene el potencial de reducir el tráfico y la contaminación, sino que también podría mejorar la eficiencia logística. Las empresas podrían optimizar sus tiempos de entrega al utilizar estos robots autónomos, lo que beneficiaría a los consumidores y a las compañías de distribución. Además, la capacidad de operar las 24 horas del día, especialmente en horarios nocturnos, podría hacer más flexible el reparto y aliviar la congestión en las horas punta.
Desafíos en la integración social y urbana
Sin embargo, la implementación de estos robots autónomos en Barcelona para el reparto de mercancías no está exenta de desafíos. La interacción con las personas y la aceptación social son dos de los factores más complejos que el proyecto BotNet debe analizar. Aunque los robots como Ona están diseñados para ser amigables y facilitar la convivencia con los peatones, la curiosidad de las personas puede convertirse en un obstáculo. Durante las pruebas, el robot ha experimentado situaciones en las que los peatones, atraídos por su presencia, bloquean su paso o interfieren con su funcionamiento.
Un aspecto clave de este estudio es precisamente entender cómo reaccionan los habitantes de Barcelona ante estos robots. La aceptación social será fundamental para que este modelo de reparto se pueda implementar a gran escala en la ciudad. Por ello, los investigadores están llevando a cabo encuestas y observaciones para conocer cómo se sienten los ciudadanos al ver estos vehículos en las calles y si están dispuestos a aceptar esta nueva forma de reparto. Por tal razón, Santamaria añadió que:
“Queremos generar una cultura tecnológica que permita que los ciudadanos entiendan mejor el funcionamiento de los robots y cómo pueden convivir con ellos de manera segura”.
Además de las barreras sociales, también existen desafíos arquitectónicos. Las aceras mal diseñadas, sin rampas adecuadas, pueden dificultar el desplazamiento de los robots en algunas zonas de la ciudad. Estos inconvenientes son parte de las pruebas que se están llevando a cabo para ajustar el diseño del robot y adaptarlo mejor a las condiciones urbanas.
Impulso a la innovación urbana y la sostenibilidad con robots autónomos en Barcelona
El proyecto BotNet no solo se enfoca en mejorar la logística, sino que, con estos robots autónomos, también busca posicionar a Barcelona como un referente en innovación tecnológica. El Ayuntamiento de la ciudad ha apoyado esta iniciativa dentro de su estrategia para convertir a Barcelona en un “laboratorio urbano” donde se prueban soluciones innovadoras que puedan beneficiar tanto a la sociedad como al medio ambiente. Este tipo de proyectos, que combinan tecnología, sostenibilidad y bienestar social, son fundamentales para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y avanzar hacia un modelo urbano más inteligente.
El apoyo institucional también ha sido clave para el éxito del proyecto. El Ayuntamiento de Barcelona y la Fundación la Caixa han destinado más de 145.000 euros a la iniciativa, lo que refleja el interés por promover la investigación en el ámbito de la movilidad urbana. Además, la colaboración entre universidades, centros de investigación y empresas como VAIVE Logistics está impulsando el desarrollo de nuevas soluciones logísticas que podrían extenderse a otras ciudades en el futuro.
El proyecto también se enmarca dentro del Plan Estratégico de Ciencia e Innovación 2024-2027, que busca que la ciencia y la tecnología se traduzcan en mejoras tangibles para la sociedad. La capacidad de Barcelona para transferir conocimiento a empresas e instituciones locales es uno de los pilares de este plan, que pone énfasis en la sostenibilidad y la transición ecológica.