La competencia global no se detiene y Europa lo sabe. Con China y Estados Unidos avanzando a toda velocidad en tecnología e innovación, la Unión Europea se enfrenta a un dilema crucial: o se reinventa o queda rezagada. Esta necesidad de transformación ha llevado a líderes empresariales y políticos a plantear la reindustrialización en Europa como el camino para recuperar la competitividad perdida.
En este contexto, Josep Sánchez Llibre, presidente de la patronal Foment del Treball, ha sido uno de los principales defensores de esta idea. Durante la XX Edición del Foro de Diálogo España-Italia, dejó claro que la reindustrialización en Europa no es una opción, sino una necesidad estratégica. En su intervención, destacó la importancia de fortalecer la autonomía estratégica, para no depender de otras economías en sectores clave como la energía, la tecnología y las materias primas.
Este llamado a la acción no se limita a palabras. Las cifras lo respaldan: el comercio bilateral entre España e Italia superó los 74.000 millones de euros en 2023, demostrando la profunda interconexión económica entre ambos países. Pero más allá de la colaboración hispano-italiana, el mensaje de fondo es claro: Europa debe actuar en conjunto para afrontar un escenario global cada vez más complejo.
Innovación, energía y seguridad: el triángulo del éxito europeo
Para Sánchez Llibre, la clave para la competitividad europea se basa en un triángulo estratégico: innovación, energía y seguridad. Estos tres pilares no solo permitirían recuperar el protagonismo en términos de reindustrialización en Europa, sino que también garantizarían una mayor independencia frente a otras potencias.
La innovación es el motor de cualquier industria que quiera competir a nivel mundial. Países como Estados Unidos han demostrado que invertir en tecnología disruptiva no solo impulsa su economía, sino que también fortalece su influencia geopolítica. Europa no puede quedarse atrás, y para ello se necesita acelerar la adopción de tecnologías avanzadas como la inteligencia artificial, la automatización y la digitalización de los procesos productivos.
El segundo pilar, la energía, es fundamental para cualquier industria. La crisis energética que vivió Europa tras la guerra en Ucrania puso en evidencia la fragilidad de su modelo actual. La dependencia de suministros externos hizo que los precios de la energía se dispararan, afectando directamente la competitividad de las empresas europeas. Por eso, Sánchez Llibre ha insistido en la importancia de fortalecer la autonomía energética, con una apuesta decidida por las energías renovables y la diversificación de las fuentes de suministro.
El tercer elemento de esta ecuación es la seguridad. La estabilidad y la protección de las infraestructuras críticas se han vuelto esenciales en un mundo cada vez más interconectado. Los ataques cibernéticos y las interrupciones en la cadena de suministro son riesgos reales que las empresas europeas deben enfrentar. Para ello, es necesario invertir en sistemas de ciberseguridad y reforzar la resiliencia de las industrias estratégicas.
España e Italia, motores del cambio en para la reindustrialización en Europa
Si bien el desafío es global, España e Italia se presentan como dos actores clave en la reindustrialización en Europa. No solo por su peso económico, sino también por la capacidad de liderar un cambio que beneficie a toda la región. Ambas economías han demostrado que, cuando trabajan juntas, pueden ser “motores de cambio” dentro de la Unión Europea, tal como lo afirmó Sánchez Llibre.
Este espíritu de colaboración se evidenció en el Foro de Diálogo España-Italia, donde participaron figuras clave como el embajador de España en Italia, Miguel Ángel Fernández-Palacios, y el embajador de Italia en España, Giuseppe Buccino Grimaldi. Ambos coincidieron en la necesidad de coordinar esfuerzos para afrontar desafíos comunes, como la transición energética y la digitalización de la economía.
Además, la colaboración público-privada se vislumbra como una de las herramientas más efectivas para financiar infraestructuras, fortalecer la sanidad y hacer frente a otros derechos básicos. Este modelo, según Sánchez Llibre, permitiría reducir la dependencia de la deuda pública y dar más protagonismo a las empresas en la construcción de una Europa más competitiva.
Sin embargo, para que esta transformación sea posible, es necesario superar ciertas barreras. Una de ellas es la excesiva presión fiscal que enfrentan las empresas europeas, especialmente en España. Según el presidente de Foment, “vivimos en un infierno fiscal”, una frase que refleja la preocupación de los empresarios ante el peso que las cargas tributarias tienen en la competitividad. Por ello, ha pedido a las administraciones que moderen la presión fiscal y se enfoquen en la eficiencia del gasto público.
El futuro de Europa está en juego
La reindustrialización europea no es una tarea fácil, pero es imprescindible. Con la globalización acelerando los cambios, la región no puede permitirse ser espectadora de su propio declive. Ser competitivos ya no es una opción, es una obligación.
Cabe mencionar que España e Italia tienen la oportunidad de liderar esta transformación, aprovechando su relación histórica y sus economías complementarias. Pero no basta con buenas intenciones. Se requiere acción decidida por parte de los gobiernos, las empresas y la sociedad civil.
Finalmente, el mensaje de Sánchez Llibre es claro:
“La reindustrialización europea es el camino hacia la autonomía y la competitividad”.
El reloj no se detiene y la Unión Europea necesita actuar con rapidez. La buena noticia es que, con una hoja de ruta clara y la colaboración de sus miembros, Europa puede recuperar el terreno perdido y posicionarse nuevamente como una potencia industrial de referencia global.