En los últimos años, España se ha visto inmersa en un debate constante sobre la sostenibilidad y el uso excesivo del plástico, especialmente en el ámbito de la alimentación. Un reciente estudio realizado por DS Smith ha puesto en evidencia la alarmante cantidad de plástico en los supermercados de España. Para ser más precisos, el informe indica que un 44% de los productos alimentarios están envueltos en este material que, según expertos, podría ser reemplazado fácilmente por alternativas más ecológicas. Este fenómeno no es nuevo, pero la magnitud del problema es cada vez más evidente, y el tiempo para corregirlo se agota.
El plástico en los supermercados como enemigo oculto del sector alimentario
El uso del plástico en la industria alimentaria española ha alcanzado cifras preocupantes. De acuerdo con el estudio de DS Smith, en España se utilizan nada menos que 16.600 millones de piezas de plástico al año de forma innecesaria. Esto pone al país en el segundo lugar dentro de Europa en términos de dependencia de este material, solo por detrás del Reino Unido. Pero, ¿por qué el plástico en los supermercados de España sigue tan presente?
La respuesta se encuentra en una mezcla de factores económicos y culturales. Por un lado, el plástico sigue siendo barato y práctico. En un mercado tan competitivo como el de la alimentación, los productores temen que reemplazar los envases de plástico por alternativas más sostenibles pueda incrementar los costes de producción y afectar su rentabilidad.
Cabe mencionar que el 40% de las empresas alimentarias españolas apunta precisamente a estos elevados costes de implementación como una de las razones por las que aún no se ha avanzado más en la adopción de alternativas sostenibles. Por otro lado, existe un temor generalizado a que los consumidores no estén dispuestos a pagar más por productos con envases ecológicos, lo que genera una gran resistencia al cambio.
Sectores clave y las alternativas a la vista
El uso del plástico en los supermercados de España afecta especialmente a ciertos sectores de la alimentación. En especial la carne, el pescado y los productos lácteos. Según el estudio, hasta el 84% de la carne y el pescado, y el 83% de los lácteos, están empaquetados en plástico innecesario. Este porcentaje es aún más alarmante si se compara con otros sectores, como las comidas preparadas, donde un 78% de los productos también utilizan este material.
A pesar de la magnitud del problema, la buena noticia es que, según DS Smith, un 82,4% del plástico utilizado en estos envases podría ser reemplazado por materiales más sostenibles, como la fibra. Lo anterior, sin perder funcionalidad ni afectar demasiado los costes.
En ese orden de ideas, la falta de alternativas parece, por tanto, no ser un problema técnico, sino más bien una cuestión de voluntad empresarial. Sin embargo, existen ejemplos que demuestran que este cambio es posible. En muchos supermercados españoles, como los que siguen el modelo de tiendas sin plástico, se ha comenzado a ofrecer alimentos a granel, sin ningún tipo de envoltorio innecesario. A pesar de que este tipo de prácticas son todavía la excepción en lugar de la norma, muestran que es posible reducir el uso de plásticos sin afectar la demanda de los consumidores.
El dilema de la sostenibilidad frente a la rentabilidad
Vale la pena destacar que el compromiso del sector alimentario español hacia la sostenibilidad es elevado (el 98% de las empresas ha mostrado interés en reducir el uso de plástico). Pero la realidad es que, según el estudio, tres de cada cinco empresas tienen solo dos años o menos para cumplir sus objetivos de reducción de packaging. Mientras que una cuarta parte de ellas ni siquiera está en camino de alcanzarlos. Este desfase entre los compromisos y los resultados pone en evidencia la complejidad de la transición hacia modelos más sostenibles en el país.
El sector se enfrenta a un desafío doble: cómo hacer frente a la presión regulatoria, cada vez más fuerte. Y esto sin que ello afecte demasiado a sus márgenes de beneficio. Ignacio Montfort, director ejecutivo de DS Smith Packaging Iberia, subraya la importancia de establecer normas globales unificadas que faciliten el proceso de transición. Teniendo en cuenta que, según su visión, no todo el plástico de los supermercados puede ser eliminado de inmediato. Pero sí hay una gran parte que no será reciclado nunca. “Eliminar ese plástico innecesario de las cadenas de suministro es clave para reducir los residuos”, asegura Montfort.
Además, existe la preocupación de que el cambio hacia soluciones más sostenibles sea percibido como una pérdida de competitividad. Un 70% de las empresas cree que al adoptar envases ecológicos se arriesgarían a perder terreno frente a sus competidores que no seguirían este camino. Este temor parece ser infundado, según algunos expertos, que señalan que los consumidores están cada vez más dispuestos a optar por productos que respeten el medioambiente, siempre que el precio y la calidad se mantengan competitivos.
¿Puede España seguir el ejemplo de otros países frente al uso del plástico en los supermercados?
Comparar la situación de España con la de otros países europeos pone en evidencia tanto las fortalezas como las debilidades del sistema español. Por ejemplo, en Francia, donde el uso de plástico ha disminuido considerablemente, ya existen leyes que prohíben progresivamente los envases plásticos en los supermercados. De forma específica, los que sirven para frutas y verduras frescas.
Además, la presencia de mostradores con productos frescos y a granel en supermercados es mucho más común. En España, aunque el 11% de los productos se venden sin envasar, esta cifra es aún baja en comparación con otros países europeos, lo que indica que aún queda mucho por hacer.
Finalmente, el estudio concluyó que La lucha contra el plástico en España es una carrera de fondo, pero no es una batalla perdida. Aunque los avances son lentos, el cambio está comenzando a tomar forma. A medida que la presión social y legislativa aumente, las empresas del sector alimentario deberán adaptarse a las nuevas exigencias de sostenibilidad.