En el comercio internacional, cada vez que alguien compra una fruta de Chile o un automóvil mexicano, hay toda una cadena logística que hace posible que estos productos lleguen hasta las manos del comprador. Específicamente, la cadena logística entre Europa y América Latina, la cual parece tan simple a primera vista, está hoy más que nunca bajo presión y enfrenta retos serios que afectan tanto a los consumidores como a las empresas.
Logística entre Europa y América Latina es un rompecabezas vulnerable
El mundo de la logística global es un sistema complejo que funciona de manera casi invisible para la mayoría de las personas. Sin embargo, detrás de cada paquete, cada carga de bananas o cada automóvil que cruza fronteras, hay un engranaje que depende de una coordinación perfecta entre múltiples actores: puertos, navieras, transportistas, y más. Según Gordon Wilmsmeier, director del Centro Hapag-Lloyd para el transporte marítimo y logística global, este sistema funciona bien cuando todas sus partes operan sin problemas. Pero cuando un eslabón falla, los efectos en cadena pueden ser devastadores.
El ejemplo clásico de esta vulnerabilidad es el transporte marítimo de contenedores. En el pasado, el tiempo de tránsito y de logística entre Europa y América Latina era relativamente predecible. Dependiendo de la ruta y del puerto, un contenedor podía tardar entre 25 y 30 días en cruzar el océano. Hoy en día, sin embargo, esa cifra se ha vuelto impredecible. Un contenedor puede tardar desde 20 hasta 50 días en llegar a su destino debido a una combinación de factores como la volatilidad en la demanda, disrupciones logísticas, y falta de capacidad en puertos y transportes.
Lo que antes parecía un proceso eficiente, ahora se ha convertido en un desafío constante. El aumento de los costos es una de las primeras consecuencias de estas disrupciones, lo que no solo afecta a las empresas, sino también a los consumidores finales. Como comenta Wilmsmeier:
«Muchas veces no nos damos cuenta de lo que está en juego hasta que los precios suben y los productos escasean».
Crecimiento económico y presión sobre la infraestructura en Latinoamérica
Aunque América Latina ha avanzado en infraestructura, la realidad es que el crecimiento de las economías de la región ha aumentado exponencialmente la demanda de servicios logísticos entre Europa y América Latina. Sebastian Hertel, director de Schryver Logistics, explica que el parque industrial en países como Brasil, México y Chile sigue creciendo, lo que genera una presión sobre los sistemas logísticos existentes. La demanda de importaciones y exportaciones no deja de crecer, lo que implica una mayor cantidad de contenedores, maquinaria, y transporte, todo lo cual sobrecarga la infraestructura.
Además, en algunos países de la región, la falta de personal capacitado y la infraestructura insuficiente siguen siendo grandes problemas. Los puertos a menudo no tienen la capacidad para manejar el volumen de carga necesario, y las rutas terrestres son ineficientes y no están bien conectadas.
Seguridad, digitalización y sostenibilidad: tres claves críticas
Si bien la infraestructura es un desafío claro, hay otros elementos que se suman a la lista de dificultades logísticas. La seguridad es uno de los puntos más críticos en ciertos países latinoamericanos. En lugares como Ecuador, las condiciones de inseguridad han afectado los controles en los puertos, lo que retrasa el proceso de inspección de contenedores. El resultado es una mayor demora y costos adicionales, pues las inspecciones se trasladan a Europa, donde los contenedores son revisados, generando aún más congestión.
Por otro lado, la digitalización se presenta como una solución clave para mejorar la trazabilidad de las cargas y optimizar el tiempo de la logística entre Europa y América Latina. La capacidad de conocer en tiempo real dónde se encuentran los contenedores es vital para reducir los costos y asegurar que los productos lleguen a tiempo. Sin embargo, no todos los actores en la cadena logística tienen acceso a las tecnologías necesarias para implementar estos sistemas, especialmente en países con economías más frágiles.
La sostenibilidad en la logística también está en el centro de la conversación. Wilmsmeier apunta que la transición hacia sistemas de transporte más sostenibles, como camiones eléctricos y barcos con menos emisiones, es un reto que muchos países latinoamericanos aún no han podido abordar debido a la falta de acceso a financiamiento. Además, la competencia global exige que las infraestructuras de transporte no solo sean eficientes, sino también ecológicas, algo que en muchas partes de la región sigue siendo un desafío.
Nuevo puerto de Chancay es clave en logística entre Europa y América Latina
A pesar de todos estos obstáculos, tanto en Europa como en América Latina, se están llevando a cabo esfuerzos para mejorar la logística y superar estos retos. En el caso de Perú, la construcción del nuevo puerto de Chancay, con una inversión mayoritaria de la empresa china Cosco Shipping Group, promete convertirse en un hito para el comercio entre Asia y Sudamérica. Este megapuerto, automatizado y con capacidad para recibir los buques de carga más grandes, puede cambiar las reglas del juego para la región, aunque no está exento de controversias, sobre todo por su impacto ambiental y social.
En última instancia, la mejora de la logística entre Europa y América Latina depende de la colaboración continua entre el sector privado y los gobiernos. Sin un esfuerzo conjunto para mejorar la infraestructura, la digitalización y la seguridad, los desafíos seguirán creciendo y las disrupciones en la cadena logística seguirán afectando el comercio global.