El sector agroindustrial de México enfrenta un panorama transformador que obligará a las empresas a adaptarse a un entorno cada vez más exigente. Según el reciente informe «Radar México 2025» de LLYC, esta industria se encuentra en una encrucijada en la que la sostenibilidad y la competitividad son más cruciales que nunca. Uno de los aspectos más destacados del informe es el creciente desafío presentado por un marco regulatorio más estricto, que está imponiendo cambios radicales en cómo las empresas de este sector operan.
La presión del entorno regulatorio
La cifra de hasta un 50% de reducción en el consumo de productos ultraprocesados debido al etiquetado frontal obligatorio marca un cambio significativo. Este etiquetado tiene como objetivo promover opciones más saludables, pero también plantea dudas sobre la rentabilidad de empresas que dependen de estos productos. La iniciativa «Vida Saludable», respaldada por la Secretaría de Educación Pública (SEP) y el gobierno federal, propone restricciones adicionales en la venta de alimentos calóricos en escuelas, lo que puede afectar a muchos fabricantes.
Este contexto genera, sin duda, inseguridad financiera para las empresas. Muchos de ellos enfrentan un tribunal digital en redes sociales, donde los usuarios critican la falta de adaptación a estas regulaciones. Las marcas se ven obligadas a navegar en un mar de incertidumbre, donde no solo deben ajustar sus productos, sino también su imagen pública.
La intensidad de la fiscalización
Adicionalmente, la presión por la fiscalización de ingredientes nocivos se ha incrementado. Ingredientes como el azúcar y las grasas saturadas se vuelven el centro de la atención pública. Los datos del informe revelan que hasta un 16% de las conversaciones online se centran en esta problemática. La creciente preocupación sobre el colorante Rojo 3, por ejemplo, ha resonado especialmente en plataformas como TikTok, donde médicos y activistas han levantado la voz exponiendo riesgos potenciales para la salud.
Esta atención y crítica no solo ponen en jaque a las empresas, sino que también generan un excelente sentido de urgencia. La implementación de cambios que prevengan la exposición a riesgos y preserven la salud pública se vuelve una prioridad.
La crisis hídrica y su impacto reputacional
Un aspecto que no puede pasarse por alto es la grave crisis hídrica que afecta a varias regiones de México. Con el 34% de las conversaciones digitales responsabilizando a agroindustrias y embotelladoras por la sobreexplotación del agua, el sector se enfrenta a un riesgo reputacional importante. Regiones como Chihuahua, Coahuila y Sinaloa sienten esta tensión, donde el manejo del agua alimenta debates sociales y políticos.
Aquí, la presión pública puede ser devastadora. Las empresas deben actuar con responsabilidad y transparencia para evitar ser percibidas como acaparadoras de recursos. Esto no solo les ayudará a sanar su imagen, sino que también puede conducir a alianzas más sólidas con las comunidades afectadas.
Cambios en los patrones de consumo
Otro punto revelador en el informe es el cambio en los patrones de consumo. La demanda por vitamins y suplementos han crecido, y productos que fortalecen la inmunidad, como las vitaminas B, C y D, son ahora más populares. La tendencia hacia un estilo de vida más saludable se refleja también en el aumento del veganismo (21.8%) y vegetarianismo (7.2%), sobre todo en áreas urbanas.
Los consumidores son cada vez más críticos con respecto a productos que hacen afirmaciones engañosas. Esto se traduce en una exigencia por autenticidad y calidad. Las empresas que no puedan demostrar el valor de sus productos podrían perder relevancia en un mercado competitivo.
La voz de la experiencia: adaptación y comunicación
Para adaptarse a estos desafíos, es fundamental que las empresas agroindustriales entiendan que los cambios son estructurales y requieren de una respuesta proactiva. En palabras de Mundo Montes de Oca, Director de Asuntos Públicos de LLYC México, las organizaciones necesitan establecer narrativas fundamentadas en hechos y conectar de manera MÁS auténtica con sus comunidades.
La clave reside en reformular no solo los productos, sino también las estrategias de comunicación. Esto implica establecer un canal de diálogo efectivo con reguladores y comunidades, así como construir relaciones que fomenten la sostenibilidad y la transparencia.
Innovación hacia el futuro
Por último, las empresas deben invertir en educación continua de sus consumidores y en comunicar sus esfuerzos con respaldo científico. Con un mundo en constante cambio, estas medidas no solo se traducen en una estrategia responsable, sino también en una inversión hacia el futuro. En este sentido, el sector agroindustrial en México tiene una oportunidad dorada para innovar mientras responde a las nuevas demandas sociales y regulatorias.
Adaptarse a este nuevo entorno es un reto. No solo se trata de cumplir con reglas establecidas, sino de entender que el compromiso con la salud pública y el medio ambiente es el camino hacia la sostenibilidad en el largo plazo.
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